sábado, 19 de enero de 2013

ARMSTRONG: 2ª PARTE

Lance Armstrong no desveló nuevos detalles sobre sus artimañas ni delató a ninguno de sus colegas en el segundo capítulo de su confesión. Pero sí dejó entrever los rasguños emocionales que le ha dejado el final de sus mentiras y aportó algunas claves para descifrar los enigmas de su personalidad. Armstrong habló del impacto de su sanción en su madre y en su primera esposa y contó entre lágrimas cómo le había contado a su hijo que dejara de defenderle de quienes decían que su padre era un impostor.
"Mi peor delito fue traicionar a esas personas que me apoyaron y creyeron en mí", afirmó el ciclista tejano. "Yo les mentí y merezco un castigo. Aunque no creo que merezca la pena de muerte".
Si la primera parte de la entrevista adoptó el tono gélido del carácter de Armstrong, la de anoche fue concebida a imagen y semejanza de cualquier programa de su anfitriona, que dejó a un lado las preguntas técnicas y se centró en los problemas personales del ciclista de Austin.
Así fue como los espectadores supieron que el tejano vivió su momento "más humillante" al ser expulsado del consejo de su fundación contra el cáncer y confirmaron que su intención es volver a la alta competición. Dos extremos que muchos aquí intuían por sus movimientos en los últimos días pero que hasta ahora no había expresado el interesado de viva voz.
Armstrong aspira a reducir su sanción para participar en triatlones y correr un maratón a los 50 años. "Si me preguntas si quiero competir de nuevo, te diré que claro que sí", explicó a Oprah. "Supongo que no es la respuesta más popular pero creo que me lo merezco".
Armstrong explicó que la huida de sus patrocinadores le había arrebatado unos ingresos de unos 75 millones de dólares. Pero dijo que no le dolieron tanto como el adiós a la fundación Livestrong, que definió durante la entrevista como su "sexto hijo" y que ha recaudado unos 500 millones de dólares desde su creación. El ciclista se dirigió a quienes respaldaron su labor benéfica comprando las célebres pulseras amarillas y les pidió disculpas. "Comprendo vuestro enfado y vuestra sensación de traición", afirmó. "Me apoyasteis siempre durante este calvario y creísteis en mí y ahora lo siento. Me pasaré el tiempo que viva intentando enmendar mi error".
Esta vez casi no hubo preguntas sobre el programa de dopaje de Armstrong. Apenas la negación enfática de que hubiera intentado sobornar con una donación de 250.000 dólares a la agencia antidopaje y la afirmación de que no recurrió a sustancias prohibidas durante su retorno al pelotón en los Tours de 2009 y 2010. Este extremo lo desmienten los informes de la agencia y quizá también el propio testimonio del ciclista, que aseguró que estaba convencido que volvería a ganar la ronda gala en su reaparición y que fue duro ver por delante a Andy Schleck y Alberto Contador.

Kristin y sus manejos

Armstrong dijo que su esposa Kristin sabía lo imprescindible pero intentó mantenerse al margen de sus manejos. Un extremo que no concuerda con los testimonios de sus colegas, que dicen que desempeñó un papel muy activo en los primeros años de la trama. La entrevistadora le preguntó al ciclista si quienes conocían la verdad podrían haber hecho algo para evitar el bochorno por el que ahora atravesaba y Armstrong respondió que "quizá no". Aunque desveló que Kristin le había hecho prometer que no volvería a las andadas con las sustancias prohibidas al anunciar su retorno al pelotón en 2009.
El ciclista tejano desveló que se está sometiendo a sesiones de psicoterapia. Pero reconoce que por ahora no ha cambiado y que la entrevista es sólo el primer paso de su camino de redención. "Yo no sé adónde me llevará y me siento cómodo así", afirmó. "Algo así en el pasado me habría hecho volverme loco".
Al igual que en el primer capítulo de la entrevista, Armstrong utilizó el cáncer para explicar su situación actual. "Cuando me lo diagnosticaron, me convertí en una persona mejor y más inteligente y luego se me fue la cabeza", admitió. "Ahora tengo una segunda oportunidad y es fácil sentarme aquí y decir que me siento una persona mejor y más inteligente. Pero no se me puede volver a ir la cabeza y sólo yo puedo controlar eso".
Armstrong sólo lloró una vez durante la entrevista. Ocurrió al evocar la conversación en la que les desveló a sus tres hijos mayores que era cierto lo que decían de él. El ciclista contó cómo un día vio a su hijo Luke defenderle de quienes le llamaban impostor en las redes sociales y se dio cuenta de que tenía que decirle la verdad. Lo hizo estas Navidades pero sin entrar en detalles: "Le dije que no me defendiera más. Di sólo que tu padre lo siente. Me dijo que me quería. Que era su padre y que eso no había cambiado. Gracias a Dios se parece más a Kristin que a mí".

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