miércoles, 19 de diciembre de 2012

VOLVERE A CASA O NO VOLVERE: MIEDO A DIARIO


Abadiño. Al día siguiente están otra vez ahí, frente al hotel San Blas de Abadiño, donde siempre.
Como si tararearan la canción, a ratos se convencen de que la vida sigue como siguen las cosas que no tienen mucho sentido. Otras veces, piensan que es mejor no pensar. "Si lo hago, no cojo la bici", dice Igor Antón. Aún sin hacerlo, sin querer pensar, no puede evitar que un escalofrío le recorra el cuerpo al salir de casa. Ni que esa sensación le acompañe cuando cruza de punta a punta el tramo más peligroso de la N-634, desde Erletxes hasta el San Blas, una veintena de kilómetros estremecedores. Un par de ellos antes de llegar, Antón pasa por el lugar donde el domingo murió Iñaki Lejarreta arrollado por un coche. Igor, un místico, piensa en la muerte y recuerda entonces a Txikon, el montañero vizcaino que el viernes presentó en Bilbao su documental sobre la expedición al Gasherbrum I en la que murieron tres compañeros. "Txikon decía que si piensa en ese momento aislado, en los tres amigos que ha perdido, nada de lo que hace merece la pena. A nosotros ahora nos pasa igual. Preferimos pensar que el riesgo está en muchas cosas de la vida, que es así y que no se puede hacer nada. Y preferimos pensar también que Iñaki murió haciendo lo que más le gustaba".
Aunque también piensan que la muerte de Lejarreta, una tragedia sin solución, debe servir ahora para algo.
"Para agitar conciencias", proclama Pedro Horrillo, que también está esa mañana frente al San Blas -él, Antón, Koldo Fernández de Larrea, Rubén Pérez, Jonathan Castroviejo, Beñat Intxausti, Illart Zuazubiskar y Mikel Bizkarra-. A Horrillo le ha bastado recorrer un kilómetro en bicicleta para comprobar que nada era igual. Ha pensado en Lejarreta, en algo como esto: "Iba así, como yo ahora, en un tramo de carretera sin riesgo aparente, y, de repente, se lo han llevado por delante. Ni siquiera se habrá enterado de lo que ha pasado". Al exciclista vizcaino, que volvió de la muerte aquella vez que voló 80 metros por un barranco durante una etapa del Giro de Italia, le ha hecho replantearse conceptos que antes incluso del accidente de Iñaki le habían hecho alejarse de la carretera en busca de la seguridad de la montaña. "Llevo tiempo escapando del tráfico, pero no porque me estresen los coches o los camiones, sino por miedo o, al menos, algo muy cercano al miedo. Eso quiere decir que algo no va bien. Porque yo me lo puedo permitir, me puedo alejar de la carretera, no es mi trabajo. Pero ellos -los profesionales- no tienen esa posibilidad. Viven de ello y no pueden quedarse en casa", traza Horrillo.
un sitio para ir a verlo Los profesionales de la grupeta de Durangaldea tienen que pasar casi a diario y sin alternativa por la N-634, una carretera invadida por camiones en días laborables, tráfico denso, arcenes sucios y estrechos y ciclistas, una mezcla arriesgada. Aún así, el accidente mortal de Lejarreta ocurrió en un lugar de buena visibilidad, arcén ancho y limpio y a primera hora de la mañana del domingo, sin apenas tráfico. "Es el sitio en el que menos posibilidades hay del tramo de la N-634 que utilizamos -del San Blas a Erletxes- para que ocurra algo así. Lo raro es que no pasen más cosas como esta", brama Fernández de Larrea, que habla de la delgadez extrema de los arcenes, de la suciedad, de la velocidad de los coches y de que los camiones les pasan la mayoría de las veces cerca, "muy cerca". "Cada día", abunda Intxausti, "llegas a casa y no cuentas menos de diez camiones que te han pasado a 80 o 90 por hora. Solo el ruido te hace temblar. Y la estela de aire que dejan te mueve tanto que parece que en algún momento te vas a caer de la bicicleta". Por eso, "por miedo o por una sensación extraña", hace cosa de un par de años que Beñat no sube hasta el San Blas. Se queda en Amorebieta esperando a unirse a la grupeta. "Es que nos jugamos el pellejo", prosigue Fernández de Larrea. "A uno le quedan dos pensamientos que no puede borrar de la cabeza después de lo que ha pasado: el primero, que podría habernos ocurrido a cualquiera de nosotros; el segundo, que va a volver a pasar".
Para evitarlo, los profesionales de la grupeta de Durangaldea reclaman una reflexión sobre el riesgo que existe en la carretera, y más concretamente en la N-634, que desemboque en soluciones que hagan la convivencia más amable entre camiones, coches, motos y bicicletas.
Proponen varias alternativas. Hablan de ampliar los arcenes o de buscar una fórmula, indudablemente económica, para que la autopista se lleve el tráfico de camiones. Pero sobre todo, se refieren con ilusión a un carril bici que corra de Erletxes a Durango en ambas direcciones y bien paralelo a la N-634, entre caseríos, o entre la carretera y la autopista. "Lo que menos cueste, eso no importa, pero es algo que hace falta", dice Fernández de Larrea. Y Antón, que lo del bidegorri "es clave. Uno como el de Muskiz, de ese tipo".
Bingen Fernández, exciclista y director del Garmin, dice que sí, que lo del bidegorri está bien, que es la solución, pero que no vale hacer cualquier cosa y que lo ideal sería que antes de construirlos se contara con la opinión de los profesionales, de la gente que los va a usar, para que resulten realmente efectivos y no ocurra como en algunos que ya están hechos, que no sirven, que son demasiado peligrosos, más aún que las carreteras, y no cumplen su función.

Y Horrillo, como siempre, va más allá de la actuación material. Menciona el respeto, la educación y la cultura. Evoca Holanda, o, más cerca, Francia. Allí viven en armonía coches y bicicletas. Y maldice a los que tratan de convertir todo esto en una guerra entre conductores y ciclistas. "No, no es eso. No se trata de ver quién infringe más normas de tráfico, sino de comprender que las víctimas siempre son las mismas. Y la solución pasa por la represión. Las multas. ¿Que yo me salto un semáforo? Que me multen. Que multen a todos. También a los conductores. Pero que se acabe esto ya", dice. Y añade demoledor: "Ahora mismo me da miedo que alguno de mis hijos quiera ser ciclista". Quizás algo cambie tras el accidente de Lejarreta. "Si eso es así, estoy seguro de que Iñaki se sentirá orgulloso de que su muerte haya servido para algo".

2 comentarios:

SMM dijo...

No te engañes, hasta que no caiga un Contador, Indurain o similar, no ocurrira nada.

Triste pero cierto.

Yo hace 20 años me salve de milagro, estuve 2 meses en un hospital por aquelo, pero la cabra tira al monte.

Salu2

Anónimo dijo...

Muy bien escrito, la verdad es que te lo piensas mucho despues de estas cosas.
Yo no se cómo les cuesta hacer tanto carriles bici en condiciones. Pueden verlo a diario, por ejemplo el carril de la de Colmenar, un carril bueno y con mucha afluencia. Y encima el mantenimiento es practicamente 0, una de las inversiones mejores que pueden hacer los ayuntamientos...